Ya ha pasado un tiempecito desde que a mediados de verano nos escápasemos nuevamente a Baviera a más o menos recorrer los pasos que ya diera justo un año antes. Con el regusto de acordarse de los grandes momentos vividos, aquí van unos retazos de lo acontecido. Puesto que en muchos casos repetíamos (con gusto, no obstante) muchos de los lugares y experiencias ya contadas en este blog, iré añadiendo lo nuevo de cada una de los cuatro emplazamientos del viaje.
Realmente hicimos toda una tournée completa por los lugares más emblemáticos de Múnich: el Biergarten de Augustiner, la sucursal de Andechs (donde esta vez destaco como novedad la gloria que fue probar en barril la Doppelbock; la otra vez me tocó en botella), la celebérrima Hofbräuhaus, la sucursal de Ayinger... De todas ella hablo largo y tendido en este post.
Como novedad este año, sacamos un huequecito para visitar el amplio local que tiene Schneider en pleno centro de la ciudad, el Schneider Weisses Bräuhaus. Además de servir típicos platos bávaros a destajo (el Schnitzel nos gustó bastante), compagina cervezas de micros de la región con sus clásicas TAP en grifo. No perdáis la oportunidad si se os ofrece de probar la TAP 5. Estaba tan fresca que casi era una IPA de trigo. Espectacular...
Nürnberg/Núremberg
La joyita del sur de Franconia volvió a darnos muchos momentos de placer. Este año sin Bardentreffen (como ya contaba en este post), repetimos salchichas en el Bratwurstglöcklein y buenas cervezas en el Hütt'n y el Altstadthof. Aparte de éstos, otro par de lugares nos gustaron:
- Nürnberger Alm. Si eres de los que con las cuestas te sofocas enseguida, a mitad de la que lleva al castillo está este bar con decoración un poco a lo pub inglés y donde se sirven sus propias cervezas destacable su Schwarz) y otras joyas de la región francona. Como curiosidad, en este local estaba el Hütt'n antes de mudarse a su actual ubicación.
- Café Wanderer. Justo debajo de una de las torres del castillo, pegado literalmente al mismo, se encuentra este minúsculo bar en el que la cerveza es casi la única protagonista. Además de unos diez/15 grifos (me falla la memoria), de los cuales había varios de cerveza francona, una pléyade de botellas desconocidas para nosotros en un par de gloriosas neveras... Un par de rondas dieron cuenta de unas cuantas Helles, Dunkel y Zwickel que, tras un paseo por el castillo, nos sentaron estupendamente. Si podéis, tirad para allá por la noche: toda la plaza que lo rodea se llena de gente en modo botellón (civilizado, claro), y se crea una atmósfera muy especial.
Annafest
Poco más que agregar que no contara ya en este post de las bondades de este festival. Esta vez hubo menos noria y más cervezas que probar, y algo más de interacción con los lugareños. Reitero que, si alguna vez queréis conocer cómo es un genuino festival bávaro, no creo que haya mejores ejemplos que éste.
Bamberg
Un casco viejo espectacular y siete cerveceras dentro de la ciudad la convierten en un paraíso al que todo cervecero debería peregrinar al menos una vez (me considero afortunado de llevar ya tres). Encontraréis una descripción pormenorizada de las cerveceras y la ciudad en este post. Y en esta ocasión visité los dos sitios que me faltaron la otra vez:
- Ambräusianum: menos tradición que los otros, y cervezas de mucha menos calidad. Ponedlo el último de la lista si vais para allá, es el que menos merece la pena... Aunque el establecimiento tiene encanto y se respira tranquilidad.
- Keesmann: típica Gästhoff alemana, con inmensa cocina y un Biergarten en el patio interior tranquilo y confortable, desde el cual podíamos pegar la frente a los cristales de la fábrica y ver fermentadores, el sistema de embotellado... Entiendo que no abrirán los días de fabricación, pero hubiera sido genial. Y en dicho Biergarten pudimos disfrutar de su afamada Herren Pils, la pils de los hombres. Tampoco es que sea "dura", pero es una Pils impecable.
Drei Kronen
Decidimos hacerle caso a Ratebeer y hacer una escapada a una Gästhaus en un pueblecito a 20 km de Bamberg. Allí, en el medio de la nada (el pueblo son cuatro casas), nos encontramos con un Biergarten en el que se come de manera excelente y se beben grandes cervezas, como ya contaba aquí. Podría pasarme muchas horas en este sitio...
En definitiva, poder repetir esta escapada bávara fue una auténtica gozada. Ich liebe Baiern!
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